Lítotes

viernes, julio 02, 2004

No había leído dos párrafos, sino uno, cuando tuve no la sospecha, sino más bien la certeza, de que a ese libro ya lo había leído. No pude dejar de preguntarme porqué, al leer el título del libro, no había caído en la certeza, antes no dicha, sino escrita.
Decidí no dejarme invadir por el pánico, sin obtener mayores resultados -pues la época así lo demandaba- y entré no en un ataque, pero sí en un principio de ataque.
En ese momento no oí la voz de un transeúnte que me afirmaba, "no me convidaría con un cigarrillo", no pude responder, ya que no había oído en mi oreja izquierda, y Arial Black, que era el transeúnte, había emitido sus sonidos de ese lado de mi cabeza.
Arial Black debo no decir sino escribir, no era el transeúnte, Arial Black lo llamaban al transeúnte, no porque ese fuera su nombre, su nombre no era Roberto, sino porque lo llamaban así, yo me refiero a él como “el transeúnte”, sin saber bien qué significa esa palabra, no por no haber consultado un diccionario, sino por haberlo hecho.
Peor aun, no consulté un diccionario sino varios, y no de esta manera, sino misteriosamente, llegué a la sospecha de sospechar que en realidad no sabía el certero significado de ninguna palabra.
Entonces comprendí que no había comprendido el titulo del libro cuando lo leí, porque es imposible leer algo “literalmente” -y digo esto literalmente hablando, perdón, escribo escribiendo, comiendo y bebiendo, ando y endo.

Dino Wanionok
2-07-99

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