El comedor de manzanas

viernes, julio 02, 2004

El comedor de manzanas miraba inquieto el aparato que servía para ubicarse temporalmente con su actual latitud y longitud, mientras comía una réplica particular de la fruta que da el manzano, general, y haciendo caso omiso de los consejos de su médico (ausente en ese momento) respecto de lo insalubre de ingerir alimentos en un estado de hiperactividad psíquica.
Tomó con su extremidad superior derecha un adminiculo punzante y afilado y comenzó a desnudar lo que le quedaba sin comer todavía de aquella unidad de medida de cosecha.
Cuando terminó la tarea, la abandonó momentánea y abruptamente para ir a jalar del mango de la madera rectangular que tapaba la entrada de su casa con la intención de separarla del marco, haciéndola girar sobre sus goznes, para así dejar un espacio hueco en la pared que le permitiese observar qué cosa había del otro lado, ya que había oído sonar el timbre hacía unos treinta y dos minutos, justo antes de que comenzase esta narración acerca de esto mismo.
El abridor de puertas se encontró con un hombre que le decía cosas relativas a la organización social reinante, escuchó pacientemente casi toda la información que le suministró, específicamente sobre el consumo mensual de energía eléctrica que registraba su domicilio, cuando se cansó, lo agarró a patadas en la cabeza y cerró la madera rectangular color rojo, quedando el inspector golpeado fuera de la casa y el pateador de cabezas dentro, pudo entonces el cerrador de puertas volver a su ocupación anterior, pero cuando se sentó y miró hacia la pared que estaba justo enfrente de él, de la cual colgaba un gran mueble con un largo péndulo en movimiento continuo, faltando a todas las leyes de la termodinámica, se dio cuenta de que se le había acabado el tiempo.

Dino Wanionok
7 de Abril de 1998
00:45

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