Juan

lunes, julio 05, 2004

"La palabra experimental es válida, siempre que se entienda no como la descripción de un acto que luego será juzgado en términos de éxito o fracaso, sino simplemente como un acto cuyo resultado es desconocido"

cage juan

Lo que vale es la intención

viernes, julio 02, 2004

Frescobaldi tuvo la intención de parar un taxi, subirse, indicar la dirección de destino y, mientras durara el viaje, pensar qué haría al llegar... si debía gritar o guardar silencio, prestar atención o ignorar todo, hacer algo por su vida o por la de los demás. Pero luego intentó mejor olvidar todo, ya que creyó creer que no valía la pena intentar tales cosas... pero sucedió que no pudo olvidar nada de lo que había tenido intención de hacer hasta hacía pocos instantes.
No había logrado olvidar, pero si había logrado fracasar en el intento de olvidar sus intenciones.
Claro que él, no había intentado fracasar, había fracasado sin intención alguna.

Dino Wanionok
1.04.1998
19:11

Cultura Popular

- Tenemos que darnos cuenta de una vez por todas que si construyésemos un ordenador con la misma capacidad de memoria que nuestro cerebro, cubriría toda la península ibérica.
- Si, también de que el planeta tierra pesa alrededor de 6 trillones de kilos. Hay que tenerlo en cuenta.
- Por supuesto, tanto como que la temperatura en la superficie de Plutón es de -220 grados Celsius.
- Mientras que en la de Venus supera los 460 grados.
- Si, si, pero no nos olvidemos que en cada paso que damos, imprimimos en el suelo, a través de la suela del zapato, miles de millones de moléculas olorosas de ácido butírico, que pueden ser rastreadas fácilmente por un perro.
- ¿Sabés por que? Porque el filo de una hoja de afeitar, no esta compuesto de metal, sino de cristales diminutos.
Además el primer animal inscrito en un registro de patentes fue una ostra.
- A eso sumale que el ojo humano puede distinguir 10 millones de colores diferentes, y te das cuenta de que el máximo de palabras que puede articular una persona de forma que se le entienda, es de 300 por minuto.
- Totalmente de acuerdo. Me resulta imposible comprender como no se dan cuenta de la importancia global de esto, sobretodo los políticos, que son quienes administran la cosa.
- Pero bueno, el mundo fue y será injusto, qué te parece si mejor nos vamos a un café y seguimos charlando allí.
- Sí, cómo no... y de paso me acompañás al puesto de diarios, tengo que pasar a buscar el último número del "Reader Digest", vení vamos.

Dino Wanionok
14-06-97

Dialoguitos

- Estoy enamorado.
- ¿Sí? ¿De quién?
- De nadie.
- No se puede estar enamorado de nadie. Para estar enamorado hace falta alguien de quien enamorarse.
- El enamoramiento es un estado. Si yo digo "tengo frío" no quiere decir que tenga frío de alguien, al menos no implícitamente, solo quiere decir que tengo frío.
- Si, pero ese frío que sentís, algo o alguien te lo causa.
- No necesariamente. Yo puedo sentir frío porque se me antoja.
- No creo que eso sea posible
- Que no... mira como tiemblo.
- El que estés temblando no quiere decir que tengas frío, puede significar muchas cosas.
- Si pero ahora significa que tengo frío.
- ¿Por qué?
- Porque lo digo yo. Igual que digo que estoy enamorado.
- No es “igual”. Además, porque digas algo no tiene porqué que ser así.
- Es cierto, no es “igual”. Pero lo otro sí, al menos para mí.
- A ver, demostrame que estás enamorado.
- Mirá.
- No veo nada, seguís igual.
- Hacé un esfuerzo.
- No veo nada distinto.
- Bueno, eso es tu culpa. Si vos no querés ver no vas a ver.
- No, yo no veo porque no existe tal enamoramiento, primero tenés que encontrar de quien enamorarte, y después sí voy a ver.
- Ya te dije que ahora estoy enamorado.
- Y yo te dije que no puede ser.
- Si, me dijiste... y qué... con eso no hacés nada.
- Cómo que no, te estoy probando que es ilógico lo que estás diciendo y, por tanto, que es mentira y no existe. Tendrías que poder “demostrarme” que realmente estás enamorado.
- Pero no sé cómo hacer.
- Te aconsejo que empieces por escribir, dentro de un corazón dibujado, el nombre de tu enamorada y el tuyo, hacelo en todas las paredes que puedas, después, hablale de ella a todos tus amigos y conocidos, lo mucho que la querés, intercalalo en las conversaciones, incluso con personas apenas conocidas, si es posible refiriéndote a ella por su nombre o apodo, aunque la persona a quien le hables desconozca completamente a quién te referís con ese nombre (es más, esto es mejor que si la conociera). Empezá con eso por ahora, más adelante te diré algo sobre regalos y demás demostraciones.
- Y con eso... ¿podría probar que es cierto lo que siento?
- No, pero tendrías más argumentos.
- ¿Y para qué necesito argumentos?
- Para que YO te crea.
- ELLO esta por verse.


Dino Wanionok
30-03-99
00:40

Injusticias de la vida cotidiana

- Sii... mirá... no sé cómo decirte esto... pero me parece queee... no sé, que se yo, antes era distinto... bueno en fin, que no sé si todavía te quiero, vos entenderás, no se bien qué decirte, pero es así... me parece... ya no siento lo que sentía antes.
- ¿Y qué sentías antes?
- Bueno... no sé... supongo que amor, pero no sé que se yo, a lo mejor el amor es otra cosa y yo creo que es eso que sentía... pero no es.
- ¿Y ahora qué sentís?
- No podría explicártelo bien. Pero no es lo mismo.
- ¿Lo mismo que qué?
- Lo mismo que antes.
- ¿Y antes qué era?
- Ya te dije que no sé bien.
- ¿Entonces cómo podés saber que no es lo mismo?
- Por que lo siento.
- ¿Qué sentís?
- Que no es lo mismo.


Dino Wanionok
29-03-99
23:07

Hoy tropecé con una palabra

Hoy tropecé con una palabra justo cuando estaba haciendo equilibrio en la barandilla de un puente muy alto y casi caigo hacia el lado en que no se veía el piso, porque era un puente altísimo, tan alto que las nubes pasaban al lado mío o me atravesaban, mojando toda mi ropa.
Tuve suerte de que fuera un adjetivo, los adjetivos son las más dóciles palabras con las que uno puede tropezar, si hubiera sido un verbo seguro me caía, ni qué hablar de los sustantivos, ya sea uno propio o ajeno, cómo si esto hiciera diferencias.
Los verbos son duros y racionales, quieren dominar a las demás palabras a través de la acción, que tan bien llevan a cabo, como puede comprobarse en sus conjugaciones, donde cambian de forma hasta hacerse irreconocibles, maestros del camuflaje.
Los adjetivos, hermosos seductores, logran marearlos o convencerlos temporalmente acerca de ciertas cosas, un verbo enamorado de un adjetivo es lo más tonto que pueda existir, en ese momento el adjetivo toma el control -si no es que lo tuvo siempre, aunque el verbo no lo reconozca- y cuando los adjetivos toman el mando hay que tener cuidado, sobretodo si se es de corazón sensible.
Nada hay tan hermoso como un adjetivo, hay que reconocerlo, ellos solo describen situaciones como no queriendo decir nada (comparadas con las explicaciones extensísimas de los verbos, que parecen decirlo todo) pero demuestran tener siempre una mayor influencia que cualquier razonamiento, por rebuscado que sea.
De los sustantivos mucho no se puede decir, son tan interesantes o tan indiferentes como uno quiera, hay que reconocer que plantean enormes discusiones entre adjetivos y verbos, pero solo a un nivel científico teórico podríamos decir, o sea, si bien una pasión, limitada.
Los verbos ven en los sustantivos algo unívoco, que se nombra por si mismo y no requiere interpretación alguna, los ven como ven a los niños, y es allí donde reside el principal conflicto con los adjetivos, que también los ven como a niños, pero hay que decir que los adjetivos lo ven todo en los niños, la verdad, el ejemplo, etc. Por tanto, los adjetivos ven en los sustantivos lo que cada uno quiera ver, y esto resulta intolerable para los verbos, que no se dan cuenta de que ellos hacen lo mismo con las múltiples funciones que le derivan a un solo sustantivo, en plena contradicción con su teoría de la univocidad.
En el fondo no hay mucha diferencia entre adjetivos y verbos, la diferencia es mas bien estética, lo que no es poca cosa, muchas veces es lo más importante.

03-04-99
05:17.

De tanto en cuento aparecen los acentos para reafirmarlo o negarlo todo, saltan de palabra en palabra dándole música y baile a la oración.
Los acentos no saben muy bien lo que quieren, no llevan una vida ordenada ni se ponen del lado de nadie, solo les gusta la diversión.
Un acento es incapaz de entender tanto a un sustantivo como a un adjetivo o un verbo, y estos tres no los entienden a ellos, pero les prestan mucha atención y cuidados, tratando siempre de incorporarlos al sistema lingüístico, al cual los acentos no tienen el menor interés en pertenecer, aunque les encante vivir en ese sistema, pero eso si, sin pertenecer.

dino wanionok
16-04-99
03:04

La culpa de todo la tiene el cine

Prendí un cigarrillo y me puse a mirar televisión, a la media hora de cambiar ininterrumpidamente todos los canales de cable encontré una película que parecía buena, "tuve suerte" pensé, "encontrar algo bueno en solo media hora", a la mitad de la película me puse muy ansioso por la trama y comencé a comerme las uñas de las manos dedo por dedo mientras movía mi pierna derecha aceleradamente en un continuo vaivén, comí unas papitas saladas entre uña y uña y lo bajé todo con un poco de gaseosa.
Estaba por terminar la película, así que me crují los dedos, la espalda, la cintura, el cuello, los codos, estire las piernas y me desperecé, apagué la tele y prendí la radio, como no encontré algo que me gustara puse un disco y me senté a terminar el vigésimo cigarrillo mientras con una mano jugaba con una de esas pelotitas anti-stress tipo pompón de elásticos, luego fui a la cocina, abrí la heladera para buscar algo, no sé qué, miré adentro un rato sin mirar y la cerré, luego fui al living, donde estaba antes sentado, pero regresé enseguida a la cocina a abrir de nuevo la heladera y buscar algo, no sé qué, saqué un no sé qué de la heladera y me lo comí.
Terminó el disco que había puesto una hora atrás en el tiempo, lo saqué y puse otro de mucho peor calidad que el que acababa de sacar, prendí la computadora y me conecte a Internet, donde estuve hablando con un montón de desconocidos por casi dos horas mientras comía unas semillas de girasol, para después apagar la PC sin entender mucho todo lo que se dijo ni para qué se dijo.
Me acosté un rato a leer, con la intención de terminar un libro sobre las profecías de Nostradamus, pero cuando llegué a la página número cincuenta y dos, sin ninguna sensación previa que pudiera alertarme, exploté desde el centro de mi cuerpo y hacia todos los puntos cardinales, manchando toda la habitación con sangre y demás órganos y partes de mi anterior cuerpo.
Yo había sentido siempre una ansiedad interna, pero no pensé que era para tanto.

Dino Wanionok
11-04-98
19:54

Así de fácil

Aserrín salió de su departamento estimulado por el sonido que el timbre de su casa había generado -acto reflejo que había adquirido tras años de vida en sociedad- después de haber salido de su departamento, cerró y llavó la puerta que protegía sus bienes de un posible usufructo y fue a pararse frente a la puerta, no tan jurídica, del ascensor. A la media hora de estar parado se cansó de esperar y entró en un estado de tensión, decidió operar en el ambiente apretando el botón que sirve para “llamar” al ascensor, consiguió al fin su refuerzo, entró y tardó un rato en apretar el botón que tenía grabadas las letras “P.B” (no otro cualquiera) y nuevamente tuvo éxito, Aserrín era un buen alumno.
Gracias a esta especie de voluntad se encontró peatonando por la vereda, hacía mucho que se buscaba, ya encontrado con su yo interior y sin saber qué hacer, optó quién sabe cómo, por hablarse a si mismo y decirse “podrías ir a dar una vuelta por el centro”, luego se abocó a la difícil tarea de poner en acto, en su escena de vida, ésta opción, que misteriosamente, tras girar sobre su punto de inflexión, se había transformado en casi su contrario, es decir, en una elección, aunque no se sabía por cuanto tiempo.
Aserrín tenía que llegar al centro comercial de la ciudad, pero no sabía cómo hacerlo. Por ésta causa, y no por cualquier otra, hizo lo siguiente: Se paró en una esquina e imaginó que miraba la ciudad desde una avioneta en vuelo, estuvo así largo rato, hasta que súbitamente... AJA!!.
Concluyó que tenía que ir a pararse en una esquina en la que estaba establecido, por ordenes superiores a su entendimiento (Dios, quizá) debían parar los colectivos cuando las personas levantaran el brazo de forma que quedara extendido y perpendicular a sus cuerpos... así lo hizo.
Subió al colectivo numero ciento dos, para suerte de Aserrín, era el único colectivo que pasaba por esa calle e iba justamente al centro comercial de la ciudad.
Viajó y viajó y siguió viajando.
Cuando vió bares y negocios que asoció con imágenes almacenadas en su memoria (imágenes que correspondían casi a las fachadas de esos bares y negocios que veía) y asoció esas imágenes con la oración “llegué al centro” (oración almacenada en forma de imagen acústica) y asoció esta oración con toda una serie de asociaciones que finalmente lo estimularían a caminar hacia la puerta trasera del colectivo, tocar el timbre y bajarse, fué en ese momento, y no en cualquier otro, cuando Aserrín caminó hacia la puerta trasera del colectivo, tocó el timbre y se bajó.
Y todo esto lo hizo sin despertar la más mínima sospecha.

Dino Wanionok
22 de Febrero de 1999
4:03

Hago

Salgo. Camino. Miro. Dialógo. Pienso. Espero. Siento. Veo. Escucho. Tengo. Corro. Muevo. Salto. Respondo. Subo. Deslizo. Aburro. Río. Beso. Muerdo. Toco. Penetro. Creo. Separo. Junto. Abro. Especulo. Niego. Voy. Cierro. Dudo. Asiento. Acerco. Pruebo. Escupo. Salivo. Chorreo. Derramo. Riego. Desecho. Uso. Rompo. Agrieto. Grito. Gimo. Construyo. Arrullo. Arraigo. Despojo. Protejo. Ajo. Sirvo. Limpio. Meneo. Levanto. Muero. Trago. Despido. Cago. Vierto. Entreveo. Poseo. Discuto. Amo. Arriesgo. Tropiezo. Miento. Arruino. Arrepiento. Ruedo. Meo. Vislumbro. Gozo. Esgrimo. Grito. Canto. Perdono. Confundo. Atropello. Reniego. Imagino. Deliro. Recuerdo. Vomíto. Fumo. Respiro. Suspiro. Lato. Juego. Sonrío. Ruego. Lloro. Puteo. Pateo. Exploto. Resfrío. Deploro. Conspiro. Encuentro. Brillo. Emancipo. Desperezo. Piso. Caigo. Acaricio. Bebo. Murmullo. Refresco. Emano. Transpiro. Duermo. Estornudo. Sueño. Aclaro. Destripo. Analizo. Acciono. Actúo. Escribo.

Dino Wanionok
27.08.02
13:36

Ejercicios

Movamos el pié un poco hacia un costado, movamos la mano hacia arriba, giremos el cuello, frunzamos la nariz, guiñemos un ojo, acerquemos las rodillas hasta que se toquen. Levantemos un dedo, saquemos la lengua, mordamos un poco los labios, miremos hacia arriba, parpadeemos rápidamente.
Agachemos la cabeza hasta tocar el pecho con la pera, arqueemos la espalda, saquemos pecho, abramos la boca bien grande hasta mostrar todos los dientes, llevémonos los dedos a los oídos.
Juntemos las palmas de las manos, abramos los dedos de los pies, frotémonos el empeine con el talón, crucemos lo dedos.

Dino Wanionok
27.08.02
13:47

Desde arriba del árbol veo la casa

Bajo, me alejo un poco y sigo viendo la casa.
Corro a esconderme en el bosque, detrás de enormes matorrales, y todavía se ve la casa.
"Es una casa enorme" pienso, tiene que ser enorme para verse desde cualquier lugar del bosque.
Un poco harto decido irme de allí, en la terminal de ómnibus saco pasaje para el lugar más alejado de donde me encuentro.
Cuando parto miro por la ventanilla como para dar un último adiós, veo la casa, que casa grande.
Llego a destino entre dormido y cansado, pero un poco más aliviado, bajo mi equipaje, busco un taxi que me lleve a un hotel donde pasar la noche, en el hotel me doy una ducha y antes de acostarme miro por la ventana para conocer un poco la ciudad, pero detrás de todos los altos edificios se asoma el techo, y hasta un poco más... de La Casa.
Después de recorrer más de la mitad del planeta me sigo preguntando y no entiendo todavía.
Es demasiado grande y alta como para eludirla... sin embargo hay gente que me dice que no la ve, otros la ven de distinto color y forma, yo les digo que no, que así no es, que a mi no me discutan, que yo nací en ella.
Y los muy ingenuos me dicen lo mismo.

Dino Wanionok
14-05-98
00:40

Esencia

Soy un poco tímido y extrovertido, pero sin nada de valor, salvo cuando soy valiente, lo que no quita a la cobardía de mi personalidad, que suele presentarse acompañada de indecisión, pero es una indecisión completamente segura de sí misma, por lo que puede decirse que soy una persona segura, también soy un poco soñador y neurótico, partidario de los partidos, práctico, feliz, divertido, realista, independiente, confuso, alto, gordo, en extremo triste, fanático, hijo, hermano, niño, futuro hombre maduro, viejo, mentiroso, salado, azul, primo, racional, amante de la verdad, estúpido, un sujeto atravesado por la cultura, un protoplasma, irracional, bruto, oyente, deseante, observador, comprador en potencia, posible delincuente, masculino, extranjero, analfabeto, egocéntrico, homo sapien sapien, comunista, lector, culpable de todo, nada de todo lo anterior, feo, rubio, africano, zonzo, mediador, etc., más también, un típico producto de una familia de clase media inserta en la sociedad de consumo, de extrema derecha, contador, mujer, el primero de la fila, cristiano, devoto de Satán, pero más que nada... es superfluo, cualquier cosa es, por definición, más que la nada.
Pero si de algo estoy seguro, es de no ser astronauta, presidente de Colombia, Julia Robert, tornillo, do menor, miércoles, mi propio psicólogo, Platón, letra de una canción, boleto capicúa y Maximiliano.

Dino Wanionok
30 de Abril de 1999
00:21

El comedor de manzanas

El comedor de manzanas miraba inquieto el aparato que servía para ubicarse temporalmente con su actual latitud y longitud, mientras comía una réplica particular de la fruta que da el manzano, general, y haciendo caso omiso de los consejos de su médico (ausente en ese momento) respecto de lo insalubre de ingerir alimentos en un estado de hiperactividad psíquica.
Tomó con su extremidad superior derecha un adminiculo punzante y afilado y comenzó a desnudar lo que le quedaba sin comer todavía de aquella unidad de medida de cosecha.
Cuando terminó la tarea, la abandonó momentánea y abruptamente para ir a jalar del mango de la madera rectangular que tapaba la entrada de su casa con la intención de separarla del marco, haciéndola girar sobre sus goznes, para así dejar un espacio hueco en la pared que le permitiese observar qué cosa había del otro lado, ya que había oído sonar el timbre hacía unos treinta y dos minutos, justo antes de que comenzase esta narración acerca de esto mismo.
El abridor de puertas se encontró con un hombre que le decía cosas relativas a la organización social reinante, escuchó pacientemente casi toda la información que le suministró, específicamente sobre el consumo mensual de energía eléctrica que registraba su domicilio, cuando se cansó, lo agarró a patadas en la cabeza y cerró la madera rectangular color rojo, quedando el inspector golpeado fuera de la casa y el pateador de cabezas dentro, pudo entonces el cerrador de puertas volver a su ocupación anterior, pero cuando se sentó y miró hacia la pared que estaba justo enfrente de él, de la cual colgaba un gran mueble con un largo péndulo en movimiento continuo, faltando a todas las leyes de la termodinámica, se dio cuenta de que se le había acabado el tiempo.

Dino Wanionok
7 de Abril de 1998
00:45

Lítotes

No había leído dos párrafos, sino uno, cuando tuve no la sospecha, sino más bien la certeza, de que a ese libro ya lo había leído. No pude dejar de preguntarme porqué, al leer el título del libro, no había caído en la certeza, antes no dicha, sino escrita.
Decidí no dejarme invadir por el pánico, sin obtener mayores resultados -pues la época así lo demandaba- y entré no en un ataque, pero sí en un principio de ataque.
En ese momento no oí la voz de un transeúnte que me afirmaba, "no me convidaría con un cigarrillo", no pude responder, ya que no había oído en mi oreja izquierda, y Arial Black, que era el transeúnte, había emitido sus sonidos de ese lado de mi cabeza.
Arial Black debo no decir sino escribir, no era el transeúnte, Arial Black lo llamaban al transeúnte, no porque ese fuera su nombre, su nombre no era Roberto, sino porque lo llamaban así, yo me refiero a él como “el transeúnte”, sin saber bien qué significa esa palabra, no por no haber consultado un diccionario, sino por haberlo hecho.
Peor aun, no consulté un diccionario sino varios, y no de esta manera, sino misteriosamente, llegué a la sospecha de sospechar que en realidad no sabía el certero significado de ninguna palabra.
Entonces comprendí que no había comprendido el titulo del libro cuando lo leí, porque es imposible leer algo “literalmente” -y digo esto literalmente hablando, perdón, escribo escribiendo, comiendo y bebiendo, ando y endo.

Dino Wanionok
2-07-99